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En el círculo infinito de la violencia y el miedo... ¿Eres víctima o victimario?

El factor miedo-violencia es una fórmula perversa que ha legado sufrimiento al ser humano desde su origen, con actos de agresividad que han marcado con tinta oscura la historia de nuestra evolución como entes sociales. 

Con clara visión explicativa, las autoras de este libro  nos invitan a reflexionar y a hacer conciencia acerca de situaciones de riesgo y comportamientos límite que todos podemos experimentar en nuestras relaciones. Además, nos guían hacia posibles soluciones y alternativas para afrontarlas, a fin de que logremos  un sano equilibrio mental y emocional.

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Precio al público: 300  pesos

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Prólogo

Carlos Chalico, escritor e investigador


Yo, al igual que tú, he sentido miedo más de una vez y sí, en varias ocasiones, éste fue provocado por la violencia. Pero, ¿qué es el miedo? El texto que tienes en tus manos, querido lector, te va a llevar por un recorrido en el que ocho talentosas escritoras analizan  conceptos fundamentales del comportamiento humano, tocando nuestras fibras emocionales y retándonos a la reflexión acerca de ciertos comportamientos cotidianos.

Cuando tenía entre seis y siete años, tuve una experiencia que hasta ahora no olvido. Mi mamá me inscribió a clases de natación; claro, con la mejor de las intenciones... Después de todo, a esa edad era peligroso que no pudiera mantenerme a flote en el agua. Ahí estaba esa versión pequeña y frágil de mí mismo, formado en una fila, junto a la fosa de clavados de una alberca al sur de la Ciudad de México. Nervioso por la incertidumbre, escuché al entrenador explicar cómo cada uno de nosotros iba a saltar a la alberca de cinco metros de profundidad. Al oír eso, comencé a sentir frío en la espalda. El entrenador dijo que, además de tomar aire, una vez en el agua debíamos mover brazos y piernas para flotar... Añadió que alguien más de su equipo iba a sumergir una garrocha a la alberca para que nos sujetáramos de ella y nos ayudara a salir a la superficie. Mientras lo explicaba, otro instructor sostenía ese palo largo sobre su cabeza y nos lo mostraba, agitándolo con los brazos, para que lo pudiéramos ver mejor y lo identificáramos al estar bajo el agua. Para ese instante, el frío que yo sentía en la espalda ya se había extendido hasta mis piernas.


Después de la explicación, los niños que estaban delante de mí en la fila comenzaron   saltar, uno a uno: brinco, chapuzón, garrocha, salida del agua... Yo ya sentía frío en todo el cuerpo. Debía haber sido el quinto o sexto en la fila. Llegó mi turno. Salté. Pude notar cómo el agua fría iba mojando mi cuerpo, empezando por los pies y terminando en la cabeza.


Cuando estuve sumergido, sentí el agua fría como miles de pequeñas agujas clavándose en mi cuerpo. La sensación se fue muy rápido para dar paso a la angustia. Al no saber nadar, seguí las instrucciones que nos dieron, moví brazos y piernas mientras buscaba la garrocha salvadora. ¡Por fin la vi! Creí que el aire se acababa en mis pulmones. Ahora podía percibir la ansiedad, las agujas en mi cuerpo y la angustia por salir de ahí antes de no tener más aire en los pulmones. Alcancé la garrocha, la agarré lo más fuerte que pude y sentí el jalón del entrenador para sacarme de la alberca. Al asomar mi cabeza fuera del agua, abrí la boca para jalar aire hasta la saciedad. Ése es el primer registro del miedo que tengo en mi memoria y le he llamado “el paso de la muerte”, como esa suerte charra en la que un hombre salta de un caballo a otro mientras ambos galopan a toda velocidad. Esa angustia y ansiedad tan únicas, junto con los miles de agujas pinchando mi cuerpo al mismo tiempo, son las sensaciones con las que identifico la presencia del miedo. Los ensayos preparados por estas brillantes escritoras son una invitación a la reflexión, a entender el miedo y los agentes que lo causan a fin de que, en la medida de lo posible, logremos evitarlos, modificarlos y, sobre todo, ayudarnos a comprender que el miedo es una emoción básica con la que debemos vivir y a la que debemos entender, para que – uando la experimentemos–, no nos paralice ni nos limite de hacer lo que debemos; lo que queremos.


El miedo presentado en este texto está relacionado con la violencia que se vive en México; sin embargo, nuestros terrores tienen otros agentes y, por supuesto, todos los advertimos, en todo el mundo.


Hace casi diez años sentí “el paso de la muerte” cuando dejé México para mudarme a Canadá. Debo reconocer que una de las razones por las que tomé la decisión de cambiar de residencia fue el miedo a la violencia. Unos años antes de hacer ese cambio, fui víctima en un taxi de un secuestro exprés del que afortunadamente ahora puedo escribir.

Inmovilidad, sumisión, agresividad, huida... Todas esas y más agitaciones fueron experimentadas al pasar por esa situación, pero el cambio de país me enfrentó a otros escenarios de miedo. Ver mi casa en México vacía, sin tener certeza de adónde iba a llegar en Toronto; lidiar con realidades cotidianas en un idioma distinto al que consideraba mío, el español; la incertidumbre de tener éxito profesional ahora que empezaba de nuevo en un país distinto; la angustia de saberme lejos de mis amigos y familiares... Todo eso me pasó por la mente y me hizo sentir miedo. No obstante, hice el cambio que planeaba: confieso que sí sentí muchos “pasos de la muerte”, aunque cada vez que sobrevenían, me notaba más ágil nadando a la superficie.


Estos ensayos nos hablan de la necesidad de sobreponernos al miedo y no dejar que nos impida hacer lo que debemos o queremos hacer. “Reconocer los agentes generadores del miedo permite tener respuestas más razonadas hacia él”, nos dicen las autoras atinadamente.


Me parece que este texto no solamente es útil, sino necesario, pues podrás notar cómo se desmenuza el concepto del miedo, sus tipos, agentes, efectos e impactos; luego conocerás un análisis similar de la violencia, para después apreciar la discusión de esa relación existente entre uno y otro concepto. Mas no sólo eso: a través de ilustraciones, observarás también elementos gráficos que ofrecen soporte e información sobre cómo pedir ayuda, principalmente en México. Este libro parte de la hipótesis de que eres violento por tener miedo a algo y, en consecuencia, te encierras en un círculo infinito entre la violencia y el miedo.

Aunque deleznable, es necesario comprender los destructivos efectos de actos violentos que indudablemente generan miedo: el maltrato a la mujer, la trata de personas, la violencia infantil, el abuso hacia los adultos mayores, el bullying, cyberbullying y gaslighting, el machismo, el hembrismo; todos estos temas son tratados en este texto con una objetividad que invita a la reflexión.


Cuando llegué a Canadá para convertirme en inmigrante, tuve la oportunidad de analizar varios de los problemas que aquejan a México desde una perspectiva distinta. Comencé por darme cuenta de que varios de esos temas son globales, sazonados por las características específicas de países o regiones que a su vez los acentúan o atenúan. Hubo tres en los que me sumergí un poco más: La violencia física. Me pregunté cómo es que un ser humano puede ser tan cruel con otro ser humano. ¿Qué pasa por su mente? Buscando respuestas, encontré el libro El efecto Lucifer de Philip Zimbardo, en el que el  autor describe cómo realiza un experimento en un sótano de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Transforma el lugar en una especie de cárcel y luego toma a un grupo de voluntarios al que divide en dos: unos serán carceleros; otros, presos. Siendo un experimento controlado, logra el soporte de la policía local para simular arrestos de quienes juegan el rol de presos. Los aprehenden en sus casas, los esposan y suben a la patrulla; los llevan al sótano, les dan sus disfraces de reos y los encierran. Conforme el tiempo pasa, los guardias ficticios comienzan a cometer una serie de abusos muy reales contra quienes simulan ser reos. Los abusos crecen y nadie los detiene sino hasta que la doctora Christina Maslach (quien años más tarde se convertiría en la esposa de Zimbardo), se da cuenta de lo que ocurre y hace entrar al doctor en razón sobre los efectos del ejercicio y la necesidad de detenerlo, a solamente seis días de haber comenzado. El doctor cuenta cómo es que el poder ficticio dado a los falsos guardias, les hace cometer esos atropellos y cómo él mismo se salió de control al presenciar esos abusos sin detenerlos. Este comportamiento es lo que él define como efecto Lucifer: esa transformación negativa que un individuo con poder puede tener. Desafortunadamente, en muchos casos hay individuos con poder –grande o pequeño– que sufren este efecto. Sin embargo, siempre puede haber alguien como la doctora Maslach, que supere el miedo y detenga la situación. El libro inspiró en 2015 la película titulada El experimento de la prisión Stanford, con un reparto que incluye a Billy Crudup, Michael Angarano, Ezra Miller y Olivia Thirbly.


La violencia virtual. Navegar en Internet puede ser complejo: hay ambientes que resultan tóxicos, sin meternos en el detalle de la facilidad con que podemos enfrentarnos a códigos maliciosos que afecten nuestra seguridad. Tuve la oportunidad de encontrarme con el libro Esto es por qué no podemos tener cosas lindas: mapeando la relación entre el troleo en línea y la cultura convencional, de la doctora Whitney Phillips. En este texto, basado en la tesis doctoral de la autora, se presenta un análisis muy interesante del fenómeno del troleo, sus orígenes y evolución y de cómo la inmediatez de los espacios virtuales sociales y la posibilidad del anonimato han alimentado el desarrollo de la subcultura del troleo. Aunque complejo, también está en nosotros contribuir a la reducción del fenómeno y no alimentar al trol.


La falta de rumbo. Un libro pequeño me ayudó a reflexionar sobre una gran necesidad presente en México. Guillermo Hurtado publicó en 2011 un texto en el que analiza la crisis de México, la vieja y nueva transición, el estado de la democracia, para cerrar con una reflexión sobre el bicentenario. México sin sentido es un texto que ayuda a entender que la presencia de miedo y violencia puede estar soportada por una crisis del sentido de nuestra existencia colectiva, una falta de agenda común que permita entender el rumbo que todos hemos de llevar para conseguir nuestros objetivos como comunidad, más que como individuos.


La definición de esa agenda colectiva es necesaria en México y el mundo. Creo que conocer el miedo y sus agentes nos ayudarán a tener más y mejores herramientas para enfrentarlo y, aunque lo sintamos, no paralizarnos y seguir adelante.


Considero que el texto que tienes ahora en tus manos, querido lector, es una contribución valiosísima de ocho talentosas y valientes mujeres, a quienes les agradezco la invitación para escribir este prólogo. ¡Ven! Comprende el miedo, tus miedos, qué los genera y cómo es que puedes contribuir a enfrentarlos y reducir la velocidad de esa violencia que se les asocia. Guadalupe, Lourdes, Maru, Marcela, Sara, Isela, Gaby y Aída: a todas ustedes, muchas gracias por haber preparado este libro para todos nosotros y contribuir a ser esa luz que nos ayude a sobreponernos a nuestros miedos y romper el círculo infinito.

Autoras

Lourdes Andrade
Maru Diéguez
Marcela Fonseca
Sara Jiménez
Isela Sayas
Gaby Trejo Rodea
Guadalupe Vera
Aída M. Zúñiga

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